Los ecos de los gritos en la asamblea del PRO de este jueves aún resuenan en las diferentes facciones del partido amarillo, fundado por Mauricio Macri hace 15 años. El expresidente retomó el liderazgo para purgar a aquellos dispuestos a aliarse con La Libertad Avanza (LLA) y el gobierno de Javier Milei. La polémica estalló en la última reunión partidaria, donde se discutieron las alianzas futuras, y culminó con la salida de Patricia Bullrich del plenario, acompañada por algunos dirigentes, al ver frustrada su propuesta de estrechar vínculos con LLA.
Fiel a sus orígenes calabreses, Macri esperó su momento para aplicar su venganza, marcando el fin del alineamiento automático con Milei. Aunque reconoce que algunas ideas de Milei son buenas, critica su ejecución y señala que el presidente es ineficiente en la gestión. Este sentimiento de desaprobación ha marcado una nueva línea argumental que se espera continúe en las próximas semanas.
Macri ha concentrado sus esfuerzos en la provincia de Buenos Aires, territorio clave que no pudo retener en 2019. Para evitar que LLA gane terreno en esta provincia, impulsó la renuncia de Daniela Reich como titular del PRO bonaerense y posicionó a Cristian Ritondo como su sucesor, reafirmando así una orientación partidaria distanciada del oficialismo.
Dentro del bloque del PRO, algunos legisladores, liderados por Damián Arabia, continúan apoyando a Bullrich y planean luchar desde adentro, a pesar de las maniobras de Macri para empujarlos a abandonar el partido. Ritondo, por su parte, ha criticado las acciones de Milei, especialmente en lo relacionado con la coparticipación que la administración de Alberto Fernández le había quitado a la Ciudad de Buenos Aires.
La estrategia de Macri se centra en la batalla electoral en el Área Metropolitana, donde Milei muestra a José Luis Espert como una posible figura clave. Bullrich también podría intentar jugar una carta similar, aunque Macri no permitirá que lo haga en nombre del PRO. Esta dinámica alimenta una relación cada vez más tóxica entre los líderes del partido amarillo y el presidente.
A nivel federal, la influencia de Bullrich es limitada y varios gobernadores del PRO ya han manifestado su oposición a una fusión con LLA. La crisis económica y la gestión presupuestaria son las principales preocupaciones de los gobernadores, quienes, aunque no apoyan el alineamiento automático de Bullrich, tampoco la desautorizarán públicamente, manteniendo así un equilibrio frágil dentro del partido.
La asamblea del jueves dejó claras las intenciones de Macri: distanciarse de Milei, redefinir alianzas y preparar una estrategia electoral que promete ser intensa y conflictiva en los próximos meses.