El presidente brasileño, Ignacio Lula da Silva, había sido claro: si Javier Milei volvía a insultarlo, Brasil consideraría retirar a su embajador en Buenos Aires. Esta advertencia circuló el sábado, horas antes de que el mandatario argentino compartiera un acto con Jair Bolsonaro en Camboriú, Brasil, el domingo por la tarde.
Lula da Silva expresó su descontento, pidiendo a Milei que se disculpara por las “tonteras” que había dicho sobre él y sobre Brasil. Ante este escenario, Milei llegó a Brasil con una actitud más cautelosa que en su anterior discurso en España, donde sus críticas a Pedro Sánchez generaron un conflicto diplomático.
En Camboriú, a pesar de los cánticos de los bolsonaristas exigiendo prisión para Lula, Milei evitó mencionarlo en su discurso. En su lugar, el presidente argentino se centró en agradecer a Jair Bolsonaro y a su hijo Eduardo por la cálida bienvenida, subrayando la camaradería y apoyo mutuo.
Uno de los momentos más destacados del discurso de Milei fue su defensa ferviente de Jair Bolsonaro, quien enfrenta investigaciones por su supuesto intento de golpe de estado tras la victoria electoral de Lula. “Miren la persecución judicial que sufre nuestro amigo Jair Bolsonaro”, exclamó Milei, criticando a los gobiernos de izquierda por intentar silenciar a sus opositores.
El presidente argentino concluyó su discurso con un llamado a la acción contra el socialismo, subrayando la necesidad de mantener la libertad económica y política. “Vamos a salir de la miseria, les guste o no les guste a los socialistas, con su apoyo o sin su apoyo”, proclamó, reafirmando su compromiso con las reformas económicas y la desregulación del mercado.
El paso de Milei por Camboriú no comenzó de la mejor manera, ya que su primera actividad fue ver por televisión junto a Bolsonaro la eliminación de Brasil en la definición por penales contra Uruguay. Además, la Conferencia Política de Acción Conservadora esperaba celebrar una victoria de Marine Le Pen en las elecciones parlamentarias de Francia, pero el resultado fue una dura derrota a manos de la izquierda.
Con su visita a Brasil, Milei mostró una faceta más cautelosa, enfocándose en fortalecer alianzas con la derecha regional mientras evita tensiones diplomáticas con el vecino gigante sudamericano.