La periodista contó que fue su madre, quien empezó la venta de las empanadas y luego continuó su hermana.
“En una de mis cubrimientos periodísticos en los puntos de vacunación me di cuenta que había mucha gente y que durante las mañanas no habían ventas de ningún tipo.
Ese día llegué de mi trabajo y para ayudar a mi hermana le dije que vendamos empanadas en el centro de vacunación, que está a tres cuadras de mi casa. Entonces ella me pregunta si me daba vergüenza y le dije que no,”, comentó.
Fue así que Karla y su hermana prepararon los alimentos desde el viernes por la noche, hasta las 2:00 de la madrugada del sábado. Ese día Durmieron dos horas, porque se levantaron a las 4:00 a freír las empanadas y hacer los sandwiches que horas después fueron a vender.
“Ahora yo le digo a ustedes pues no, esa no es la cuestión si da plata o no. Lo que importa son las ganas de salir adelante, vergüenza es robar, vergüenza es ser mediocre por burlarse de las ganas que tiene una persona de salir adelante buscando ingresos de manera honrada, con sacrificio, sin hacerle daño a nadie y sin meterse en la vida de nadie. ¡Eso es vergüenza! Amo mi trabajo, orgullosa de ser periodista.
Pero si hay la posibilidad de hacer algo extra honestamente pues lo hago!”, escribió en Facebook, la joven que lleva ya cuatro años en el periodismo.