Mucho se habló del poderío defensivo de Polonia y de la idea de lo que podría plantear en la previa al encuentro.
La realidad es que Polonia hizo agua por todos lados. Planteó un sistema de un 1-4-4-1-1, con una presión baja cediendo la iniciativa del partido a la Argentina y tratando de cerrar el juego interior, pero dejando descubiertas las bandas. Algo que la selección aprovechó muy bien, abriendo bien la cancha y ubicando a Di María, asociándose con Molina por el sector derecho. Por el otro sector, le dio mucha altura a Acuña, tratando de ganar la espalda del lateral derecho ya que Polonia defendía a la altura del primer palo y en el punto de penal haciendo imposible poder ganar pelotas aéreas aunque sufría a las espaldas de los laterales.
La Argentina gobernó el primer tiempo de principio a fin, convirtiendo a Emiliano Martínez en un espectador de lujo del partido.
Polonia llevó a la Argentina al escenario ideal, manejando la pelota, haciendo ancha la cancha, asociando constantemente y presionando tras pérdida y estando corto. Otamendi en este trabajo fue fundamental.
La Argentina conservó el mismo dibujo táctico que en el partido anterior: un 1-4-3-3, pero con muchas variantes en ofensiva donde ningún jugador en ataque se encasilla en una posición y con mucho compromiso para recuperar la pelota, mostrando muchos intercambios de posiciones y con un Messi flotando como un falso 9. Así también un Julián Álvarez y Di María muy comprometidos con la marca.
Una vez más acertó Scaloni y leyó bien el juego. Hizo los cambios que necesitaba el equipo dándole confianza a Enzo Fernández, ratificando la confianza a Julián Álvarez, devolviéndole la confianza a Molina y confiando de vuelta en la solvencia de Romero.
La Selección entendió que debía jugar con intensidad, que no debía demorar tanto la velocidad de los pases; que debía jugar a otra marcha e imprimió ese juego vertical e intenso que hacía que Polonia no pudiera salir de su campo.
Manejó la pelota, generó las mejores situaciones. Llegó el penal. Pudo abrir el marcador, pero en una gran intervención el arquero polaco contuvo un penal que abría un signo de interrogante para el segundo tiempo.
Nada de eso sucedió. La Argentina demostró ser candidato, mostró personalidad y lo mejor que pasó fue marcar apenas comenzó el segundo tiempo.
Polonia nunca salió del libreto ni de su plan de partido. La misión era tratar de que no le conviertan más jugando con la posibilidad de aguantar un resultado que lo llevara a la clasificación.
Una vez en ventaja, la Argentina manejó el partido a gusto y placer. Una vez que llegó el segundo gol, era esperar por cuánto de diferencia ganaba. Los cambios vinieron en el momento justo para preservar y darle frescura al equipo.
Gran partido de la selección. Volvió a ponerse el traje de candidato.
Por Pablo Martel, DT de Chaco For Ever
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