El sistema de bandas cambiarias que exige el Fondo Monetario Internacional (FMI) al Gobierno argentino podría implicar una devaluación de hasta el 50%. Según trascendió, la franja para el dólar oficial se establecería entre los $1.300 y $1.600, con una flexibilización que permitiría la intervención del Banco Central solo si la divisa supera el límite superior.
La medida es resistida por el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, quien ya tuvo una experiencia traumática con este esquema durante el gobierno de Mauricio Macri en 2018. En ese entonces, la implementación de bandas de flotación resultó en una sangría de reservas sin lograr estabilizar la economía, lo que llevó a una crisis aún más profunda.
“El sistema de bandas no sirve en la Argentina. El mercado te toma el tiempo, te juega arriba y abajo y te vacía de reservas”, explicó un economista que participó en aquella gestión.
Un acuerdo con el FMI bajo presión y sin Plan B
El Gobierno se encuentra en negociaciones urgentes con el FMI, lo que refleja la falta de un Plan B para sostener el programa económico. “Se esperaba que el acuerdo con el FMI fuera trabajado con mayor tranquilidad y no con la urgencia actual, como si se tratara de un salvataje ineludible”, señaló un operador de Wall Street.
El FMI exige la liberación gradual del cepo cambiario, lo que inevitablemente llevaría a una devaluación. Inicialmente, el organismo solicitaba una banda de entre $1.400 y $1.700, pero el equipo económico logró negociar un margen más bajo, entre $1.300 y $1.600. Sin embargo, la preocupación persiste:
- El piso de $1.300 ya implica una devaluación del 20%.
- La intervención del Banco Central solo está permitida si el dólar supera los $1.600, lo que podría traducirse en una devaluación del 50%.
En este contexto, el economista Martín Kalos, fundador de la consultora Epyca, advirtió que, incluso con bandas de flotación, persisten interrogantes clave: ¿cuál será la tasa de devaluación mensual? ¿Cómo se actualizarán los límites de la banda? ¿Cuántos dólares habrá para intervenir en el mercado?
Un riesgo de espiralización inflacionaria
En el encuentro del IAEF (Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas), los principales empresarios del país rechazaron el sistema de bandas propuesto por el FMI. “Si hacen eso, vamos a una espiralización inflacionaria”, aseguró el dueño de una de las mayores empresas energéticas de Argentina.
El problema central es que, con una banda de $1.400 a $1.700, el dólar oficial tiene un amplio margen para dispararse, lo que podría derivar en una crisis de precios y salarios. Un empresario del sector financiero explicó que, en este esquema, “el tipo de cambio se escapa al límite superior, lo que obliga al Banco Central a intervenir y gastar reservas que ya no tiene”.
Las consecuencias sociales de la devaluación
Si el Gobierno acepta el esquema de flotación exigido por el FMI, el impacto en la economía será inmediato.
- Transferencia de ingresos: Cada devaluación implica una redistribución regresiva de la riqueza, ya que los asalariados, cuyos ingresos están en pesos, pierden poder adquisitivo frente a quienes tienen activos dolarizados.
- Aumento de la inflación: Con una inflación ya resistente en el 2,5% mensual, el ajuste cambiario elevaría aún más los precios, desatando un nuevo ciclo inflacionario.
- Pérdida de capital político: El Gobierno se juega su mayor promesa electoral, que era controlar la inflación. “Si flota el dólar, el oficialismo pierde su único capital político”, advirtió un economista opositor.
El dilema de Caputo: sin reservas y sin margen de maniobra
A pesar de su reticencia, Caputo enfrenta una realidad insoslayable: el Banco Central no tiene reservas suficientes para seguir interviniendo en el mercado. Hasta ahora, la estrategia oficial consistía en sostener un “crawling peg” del 1% mensual, pero esto se vuelve insostenible sin una inyección de dólares del FMI.
El ministro busca evitar una devaluación brusca antes de las elecciones y, como alternativa, propone eliminar el dólar blend como un primer paso hacia la flexibilización cambiaria. Sin embargo, esto no resuelve el problema de fondo: tarde o temprano, el Gobierno deberá decidir si acepta las condiciones del FMI o encuentra una alternativa para estabilizar la economía.
Por ahora, el programa económico de Milei y Caputo se encuentra en un laberinto sin salida clara, con la presión del mercado, del Fondo y de los propios empresarios que advierten sobre las consecuencias de una devaluación descontrolada.