Los datos surgen de una investigación de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) coordinada por el sociólogo Daniel Feierstein.
El estudio, realizado por el Instituto de Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC), de la UNQ, fue llevado a cabo antes de que la segunda ola llegara a la Argentina y abarcó a 1.496 personas mayores de 18 años de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires. Sus coordinadores, además de Feierstein, fueron los investigadores Javier Balsa, Guillermo de Martinelli, Pehuén Romaní y Juan Spólita.
Allí se les pidió a los participantes que se imaginaran en la situación de ser presidentes para luego preguntarles qué harían si aumentaran mucho los casos de Covid-19 y se empezaran a llenar las salas de terapia intensiva; el abanico de respuestas, en formato cerrado, iban desde cuarentenas estrictas hasta ninguna restricción nueva.
Feierstein, quien además es docente universitario e investigador principal del Conicet, dijo a Télam: “Nosotros lo que queríamos era ver qué teníamos en la percepción sobre las medidas de cuidado por la pandemia, porque a partir de estudios anteriores entendíamos que la oposición a las mismas no era tan alta como se reflejaba en los medios de comunicación”.
“Mi percepción era que el acompañamiento iba a estar mayoritariamente en medidas más intermedias de cuidado, focalizadas o intermitentes, que terminaron alcanzando un 23 por ciento; y habíamos puesto una primera opción más estricta, en la que incluíamos a las fuerzas de seguridad en las calles y nuestra sorpresa fue que ésta tuviese un 40 por ciento de apoyo. A ese 63 por ciento hay que sumarle otro porcentaje (16) que votó por una opción menos estricta y más parecida a lo que anunció el gobierno, y sólo quedó un grupo muy pequeño (21 por ciento) que no tomaría ninguna medida de cuidado”, detalló.
El sociólogo señaló que “cuando preguntamos sobre la percepción de cómo tomaría la sociedad nuevas medidas de confinamiento es donde surge este desajuste porque esa mayoría no se percibe como mayoría, cuando uno ponía al entrevistado en lugar de presidente la mayoría creía que la mayoría de la población no acompañaría las medidas”.
Para explicar esta contradicción, Feierstein sostuvo que “hay varios elementos, primero está la noción de hegemonía; nunca la percepción que uno tiene de la realidad es transparente, sino que se juega en luchas por la hegemonía y justamente parte de la imposición de la hegemonía es convertir posiciones minoritarias en mayoritarias, la percepción que construimos de la realidad es un factor fundamental en la lucha por esa realidad”.
“Por un lado hay un factor que resalta, pero con el que yo no me quedaría como única causa, que es la sobrerrepresentación mediática; hay una sobrerrepresentación mediática de sectores minoritarios no sólo en los medios de oposición, sino que los que están en la calle, los que son visibles, son los que están en contra de las medidas. Es difícil ver a los que están dentro de sus casas cuidándose, todos filman una fiesta clandestina pero nadie registra a los que se quedan a cuidarse”, añadió.
Otro de los aspectos que exploró la encuesta del IESAC entre aquel 63 por ciento que, ante el desafío de ser presidente, optaría por medidas sociosanitarias fuertes es qué apoyo social creen que tendrían.
El 14 por ciento se inclinó por la respuesta “todos respetarían las medidas y lo apoyarían como un presidente que los está cuidando” y el 36 por ciento, por “la mayoría respetaría las medidas y lo apoyaría convencido aunque una minoría le tendría bronca”.
La mitad se inclinó entre los dos opciones restantes: el 31 por ciento creyó que “la mayoría de la gente respetaría las medidas, pero por miedo, y casi todos le tendrían bronca como presidente” y el 19 por ciento entendió que “la mayoría le tendría tanta bronca que habría demasiadas protestas y no podrían imponer la cuarentena”.
El investigador apuntó que “otra pregunta que hicimos fue cuando fue la última vez que habían estado en un lugar cerrado por más de 20 minutos con al menos dos personas que no fuesen convivientes, y el 34 por ciento dijo que nunca en los últimos 30 días, y ese es un número muy alto que señala que a pesar de que las medidas se fueron relajando hay un grupo muy numeroso que las sostienen y se cuida”.
“El discurso gubernamental también ha sido muy problemático porque asume esa mayoría que no es tal, sobre todo a partir del mes de Julio del año pasado cuando empieza a dar a entender que la mayoría de la población es parte del descuido con frases como aquella de ‘la cuarentena no existe’ justo en el momento en el que necesitábamos cuarentenas más severas en ciudades que habían logrado contener los contagios hasta ese momento”, reflexionó.
Feierstein consideró que “hay dos o tres ejes fundamentales que no aparecen, hace falta un fuerte acompañamiento económico a los sectores que más sufren las consecuencias de la pandemia, y a diferencia del año pasado que esto fue escaso pero existió este año no aparece y eso vuelve difícil que aún gente que está de acuerdo con el confinamiento pueda sostenerlo”.
“El segundo nivel es la búsqueda de acuerdos políticos con todos los sectores que se puede y la voluntad de las autoridades para poner límites a esa minoría intensa que plantea una militancia en contra del cuidado, cosa que no requiere necesariamente la represión pero si la sanción económica o el secuestro de vehículos”, agregó.
“Las normas no solo se imponen por el rol del aparato estatal, sino también por nosotros como ciudadanos empoderados para exigir su cumplimiento; en nuestro país durante muchísimos años se podía fumar en cualquier lugar, y más allá de la norma hoy cualquiera le puede pedir a alguien que no fume en un lugar cerrado: De la misma manera deberíamos pedirle a los demás que usen el barbijo como corresponde o tomen las medidas sanitarias que corresponde”, completó Feierstein.