En un giro histórico y sin precedentes para la industria de consumo masivo en Argentina, Coca Cola se ve enfrentada a una crisis que la obliga a implementar medidas extremas para impulsar la venta de sus productos. En el centro de esta tormenta se encuentra la recesión gestionada por el gobierno de Javier Milei, que ha tenido un impacto directo en la caída de las ventas de la bebida más icónica a nivel mundial.
La situación actual ve a la empresa luchando contra el reloj, con botellas a punto de vencer en las próximas tres semanas, forzada a lanzar promociones sin precedentes como 2×1 o descuentos del 70 a 80% en la segunda unidad. Estas medidas desesperadas revelan la magnitud del desplome en el consumo, particularmente alarmante durante las festividades de fin de año y la temporada de verano, periodos claves para la industria.
La respuesta de Coca Cola a esta crisis no solo busca mitigar las pérdidas inmediatas sino también enviar un mensaje claro al ministro de Economía, Luis Caputo, y al propio presidente Milei. La firma denuncia indirectamente las consecuencias de la liberación de precios promovida por el gobierno, que lejos de fomentar la competencia, ha llevado a remarcaciones excesivas sin freno, aun ante una caída en las ventas.
Este escenario plantea un desafío directo al relato libertario del gobierno de Milei, evidenciando las limitaciones de una política de mercado libre cuando no se acompaña de medidas que aseguren una competencia justa y protejan al consumidor. La situación de Coca Cola, una empresa que rara vez ha enfrentado problemas para rotar su stock incluso en momentos de crisis económica, destaca la gravedad de la recesión actual y las políticas económicas que la han propiciado.
Las cifras son elocuentes: un desplome del 30% en enero, seguido por un 20% en febrero, con proyecciones aún más desalentadoras para marzo. La comparación de precios entre Argentina y otras regiones del mundo también pone de relieve la singularidad de la situación, con el litro de Coca Cola alcanzando valores récord en comparación con ciudades de alto costo de vida en Europa.
La crisis de Coca Cola no solo pone en evidencia las falencias de la política económica actual, sino que también cuestiona la viabilidad de un modelo de libre mercado extremo en un contexto de profunda inestabilidad económica y social. Mientras tanto, la empresa y sus distribuidores a nivel nacional se esfuerzan por encontrar soluciones creativas ante un panorama sin precedentes, que desafía las convenciones del consumo masivo en Argentina.